Sapos de Verdad

Os dejamos con la intervención de la escritora y periodista Rocío Castrillo durante el Encuentro Iberoamericano de Prensa sobre Prensa y Literatura:

La escritora norteamericana Marianne Moore, premio Pulitzer en 1952, decía que una novela debe ofrecernos jardines imaginarios, pero tienen que estar habitados por sapos de verdad. Tras la publicación de su novela Crónica de una muerte anunciada, el premio Nobel Gabriel García Márquez declaró que “al cabo de treinta años descubrí algo que muchas veces se nos olvida a los novelistas: que la mejor fórmula literaria es siempre la verdad”. Más recientemente, la escritora y periodista libanesa Maha Akhtar se inspiró en la Primavera Árabe para gestar su novela Las huellas en el desierto, publicada en 2014 y ambientada en la ocupación de la península arábiga por el imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial. Según explicó la autora a la agencia EFE, las imágenes de las protestas en la plaza de Tahrir en El Cairo, donde vivían sus tíos, la inspiraron para analizar “de dónde venía y cuáles eran las raíces” del movimiento por la democracia y los derechos humanos que entre los años 2010 y 2012 se extendió por el mundo árabe.

He escogido estos tres ejemplos de simbiosis entre Periodismo y Literatura para ilustrar mi propia idea acerca de una alianza que también ha marcado mi vida profesional como periodista y mi trayectoria literaria: un escritor puede escribir lo que quiera y como quiera, siempre que sea capaz de conseguir que el lector se lo crea. Cuando una noticia tergiversa la realidad no puede considerarse como tal; del mismo modo, si un texto literario no resulta verosímil, difícilmente podrá emocionar y atrapar al receptor.

Las técnicas periodísticas resultan muy útiles para impregnar de realidad la obra literaria y potenciar su interés. “A sangre fría”, la novela de Truman Capote publicada en 1966 y consagrada como una de las obras maestras de la Literatura contemporánea, inauguró un nuevo género literario al que su autor denominó “non fiction novel” (novela de no ficción), y al que se sumaron numerosos ejemplos en las décadas posteriores. Entre ellos, la famosa novela de Tom Wolfe La hoguera de las vanidades, publicada en 1987 y llevada al cine en 1990. La obra parte de un hecho noticioso: el atropello mortal de un humilde joven de color por un bróker que conducía un potente automóvil. El periodista norteamericano usó la técnica del reportaje para mostrarnos la hipocresía de la sociedad neoyorquina de los años 80, envuelta en un juego de apariencias donde las convenciones sociales cambian de acuerdo a las conveniencias del momento.

El periodismo literario de Larra

En la tradición literaria española la alianza entre Periodismo y Literatura existe desde los tiempos de Mariano José de Larra. Con sus críticas satíricas y costumbristas, el articulista romántico consagró el Periodismo como expresión estética y literaria de primer nivel. En sus más de 200 artículos, escritos entre 1828 y 1837, fecha en la que se suicidó, Larra utilizó recursos literarios para atacar los pies de barro de una sociedad en crisis, que había salido de un conflicto bélico contra la Francia de Napoleón pero corrió a sumergirse en otro: la primera guerra carlista. Con su obra se identificaron notables representantes de la Generación del 98 como Unamuno, Azorín o Pío Baroja.

La literatura española actual cuenta con numerosos ejemplos de informadores que han escrito sus novelas usando las técnicas de géneros periodísticos como la crónica o el reportaje. Entre ellos Rosa Montero, Julia Navarro, Javier Reverte y, por qué no decirlo, quien suscribe estas líneas. Seguí los pasos de Truman Capote y utilicé la misma estructura de A sangre fría para construir 151 cuchilladas, una novela de no ficción sobre el doble crimen sin castigo ocurrido el 27 de abril de 2013 en Almonte, el pueblo donde nací. A lo largo de sus más de 500 páginas, la técnica del reportaje se funde con el estilo literario que caracteriza las descripciones de ambientes y paisajes y las emociones de sus protagonistas. La simbiosis de Periodismo y Literatura está presente en toda la obra publicada de esta profesional de la información, que un buen día se propuso revestir la realidad de Literatura. Mi primera novela, Una mansión en Praga, podría calificarse como un extenso reportaje sobre las guerras que marcaron la transición entre los siglos XX y XXI, desde Yugoslavia a Irak.

Realidad convertida en Literatura

Empecé a ejercer el Periodismo a finales de los años 80, nada más terminar mis estudios en la Universidad Complutense de Madrid. Siempre tuve claro que algún día mi trabajo me pondría de frente una historia que me motivaría a pasar de los 8 o 9 folios de un reportaje a los 400 de una novela. Ese hecho fue la guerra de Yugoslavia, cuyas atrocidades conocí muy de cerca mientras vivía en Praga, ciudad a la que llegaban oleadas de ciudadanos yugoslavos huyendo de la masacre. La obra narra una historia de amor contaminada por el horror de la guerra. Durante varios años me dediqué a recoger teletipos y a visionar imágenes de los hechos históricos que pretendía narrar en la trama. Después, a la hora de escribir Una mansión en Praga, me limité a construir un largo reportaje en el que situé a mis personajes de ficción en momentos y escenarios clave de la Historia Contemporánea. También las técnicas del Periodismo están presentes en mi segunda novela, Ellas y el sexo, bocados de una realidad que viví personalmente, me contaron mis amigas o escuché en las barras de los bares. La construcción de mi tercera novela, En el fin de la Tierra, partía de un hecho real que presencié en la Feria del Libro de Madrid para armar una trama de suspense ambientada en la Costa da Morte, lugar al que me trasladé con el objetivo de documentar y dotar de verosimilitud los hechos de ficción que pretendía narrar. La cuarta y última novela que he publicado hasta la fecha, 151 cuchilladas, reproduce la misma estructura de cuatro capítulos y narración lineal que usara Truman Capote en A sangre fría, para recrear el brutal asesinato de Miguel Ángel Domínguez, un hombre bueno que nunca conoció enemigos, y su hija María, de ocho años, a quienes un intruso sorprendió en la intimidad de su hogar y asestó 151 cuchilladas. Pero antes de empezar a escribir el guion repasé Capote, la película que relata los acontecimientos y técnicas que utilizó el legendario periodista norteamericano para construir A sangre fría. Hice lo mismo.

Bocados de realidad

El profesor universitario y escritor Gabriel Neila describió mi obra literaria con las siguientes palabras: “La escritora Rocío Castrillo trae a sus novelas lo mejor de su ámbito laboral: interés en las tramas, personajes humanos de carne y hueso y un estilo literario conciso, directo y lleno de interés”. Del mismo modo, la revista literaria Página Trece se refirió a las huellas del Periodismo en la novela Ellas y el sexo: “A medio camino entre la crónica periodística y el estilo narrativo de la obra Sex and the City, de Candace Bushnell, Ellas y el sexo disecciona con precisión de cirujano las necesidades y sentimientos de un grupo de amigas que ya no son tan jóvenes como para creer en el amor eterno e incondicional, pero tampoco tan mayores como para no seguir buscándolo”.

Aludo, para finalizar, a mi teoría de que los escritores contemporáneos solemos trasladar a nuestras obras la realidad que vivimos o conocemos muy de cerca. En mi caso, el Periodismo ha marcado mi experiencia vital durante más de 30 años y seguirá haciéndolo. Como Gabriel García Márquez, también yo he descubierto que la mejor fórmula literaria es siempre la verdad.

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